lunes, 13 de diciembre de 2010

pequeños placeres cotidianos


Este último tiempo he descubierto que son pocas las cosas que me producen tanta satisfacción como comer por primera vez la fruta de la temporada entrante. Así es, tan simple como eso. 
Mi mamá desaparece los domingos en la mañana y siempre llega con el carro bien cargadito con más de alguna sorprecilla. Hace unas semanas me dediqué a comer guindas y frutillas a más no poder, el fin de semana pasado fue el turno de los duraznos y damascos, hoy le tocó a la sandía. Quizás son los momentos en que más sentido me hace la famoso dicho guatita llena, corazón contento.
Lo único que me carga de esta temporada es que las mandarinas desaparecen, pero supongo que eso también tiene su encanto, porque cuando vuelvan a aparecer, las volveré a recibir con la felicidad de siempre.

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