martes, 26 de julio de 2011

arturo segundo salas cubillo

con setenta y ocho años encima se levanta de lunes a sábado a las una de la mañana para ir a trabajar a la vega de lo valledor. así ha sido por cuarenta años, y ya es el carretero más antiguo del lugar.
-es que yo no tengo ningún vicio, no tomo ni fumo, es que yo soy evangélico- me dijo amable cuando le pregunté cómo lo hacía para seguir trabajando así.
nació en curicó, en el fundo en donde trabajaba su padre, ahí se crió, le sirvió al patrón toda su juventud en diferentes labores, pero lo mejor que sabía hacer era domar caballos, me fascinaba ver el brillo de sus ojos hablándome de aquellos tiempos.
llegó a santiago buscando oportunidades, y encontró aquí a una viuda con tres hijos, elvira solís se llama, y desde entonces, viven juntos hace casi cincuenta años, ella no es tan vital como don arturo -tiene siete enfermedades- me contaba -no una, ni dos, siete enfermedades-, así que él trabaja porque los remedios son caros y -la pensión de setenta y cinco pesitos no alcanza pa ná- me comentaba mientras rabiaba contra piñera.
hace unos años se compró una armónica y aprendió a tocarla sólo para agradecerle a su dios, para agradecerle la vida que le tocó. cuando llueve, él se pone una capita y unas botas de agua -los otros se ríen de mi, pero por eso tengo setenta y ocho años y sigo acá, porque no me mojo y me cuido-
no podría precisar la última vez en que me pareció tan bonito escuchar a un abuelo contar sus historias. me miraba a los ojos todo el tiempo, y yo respondía a su mirada con atención, a veces me distraían sus manos heladas y partidas en el fierro de su carreta, a veces me quedaba mirando sus arrugas, o su boca sin dientes para entenderle mejor lo que me contaba, pero siempre volvía a sus ojos.
a veces escribo porque hay ciertos momentos o personas que no quiero olvidar jamás, y bueno, don arturo es uno de ellos.

lunes, 18 de julio de 2011

les contaré algo

hoy lo descubrí.
desde que la municipalidad cortó los árboles viejos que habían en la cuadra, he notado como han aparecido pequeños intentos de otros nuevos, al poco tiempo desaparecen, pero alguien lo vuelve y vuelve a intentar siempre. por la gran sencillez de la labor jardinera, siempre he supuesto que el autor es un hombre cualquiera, alguien misterioso envuelto en la lucha por la reforestación de esta gris vereda.
resulta que hoy lo vi, observé como aquel viejito fue árbol por árbol amarrando cintitas al palo que los acompaña en su crecimiento. mis ojos se iluminaron ante tal hallazgo, me sentí como una pequeña niña que por primera vez va al cine, mi cuerpo se quedó detenido observando tal extraordinaria escena. ni siquiera pude hablarle, no fui capaz. cuando pasé por su lado observándolo me quedó mirando algo perturbado, yo sólo le sonreí con admiración, no supe qué decirle, pero quizás el brillo de mis ojos le transmitió algo.
que el mundo lo sepa, ese hombre existe, y cuando usted vea en unos años más unos árboles bonitos en la gran avenida entre salesianos y teresa vial, será gracias a él.

sábado, 9 de julio de 2011


que buscar es mejor que encontrar que no tenga miedo a equivocarse que no le tema a lo diferente que viaje que en el arte hay respuestas.-

domingo, 3 de julio de 2011

súbitamente



mis ojos se llenaron de lágrimas de un momento a otro luego de que, como una bala, entrase a mi cabeza el recuerdo del sueño de la noche anterior. era quizás la cuarta vez que ella aparecía en mis sueños desde su partida. no podría describirlo con detalle, sólo se que bajamos un cerro por un camino de tierra corriendo como dos niñas, ella estaba tan vital y ágil, que hasta con tacos reía contenta mientras agarradas de la mano no dejábamos de correr. también se que la abracé tan fuerte como el último abrazo que se merecía y que jamás pude darle.
me gusta pensar que vino a visitarme porque es la única persona que sabe cuánto extraño su compañía.