sábado, 28 de abril de 2012

luis

estaba todo mojado y con la ropa bien rota. ebrio a las cinco de la tarde en la 301. su nombre era luis y le faltaba un ojo.
desde que subió a la micro lo observé discretamente todo el tiempo, se sentó, y entre la ventana y su maloliente  cuerpo quedó un señor de unos 60 años que me hacía mucha gracia, porque se le notaba mucho su desagrado, pero lo único que atinó a hacer fue quedarse inmóvil y con una cara de inexpresión que a ratos era interrumpida por el fruncimiento de su ceño.
mis oídos aislados con la música, no escuchaban lo que pasaba al rededor. vi como luis tomaba unos billetes de mil pesos y se los mostraba a los demás pasajeros, era enfático en sus movimientos y, podía notarlo sólo con observarlo, en las cosas que decía. algunos hacían como que él no existiese,  el señor de su lado seguía inmóvil e inexpresivo, una mujer esquivaba la mirada de luis con risas nerviosas, y otros tantos lo miraban con expresión enojona.
entonces mi interés por escucharlo superó a la música que me ensordecía, y me saqué los audífonos. luis lo notó y su mirada que ya se había cruzado con la mía antes, ahora se detuvo en mi, y comenzó a hablarme (no directamente a mi, era a todos, pero me miraba todo el tiempo). me saludó y yo le respondí el saludo,dijo que acá la gente lo miraba raro a uno si es que se les dirigía un saludo sin conocerlos, que se enojaban, y que él no entendía cómo era entonces que uno se hacía amigos, o conocía al amor de su vida si es que no se podían saludar a los desconocidos. dijo que ninguno de nosotros sabía de la vida, que él había vivido mucho más, que sabía todo de la vida (y de la muerte). llevaba ocho años viviendo de la calle. yo no había dicho ni una palabra hasta que me preguntó si me quedaba mucho para bajar de la micro, y yo le dije que no, sólo dos paraderos. le pregunté el nombre y yo le di el mio. entonces me dijo "gracias señorita esperanza por escucharme" no supe que hacer, le sonreí, le di la mano, y salí de la micro a la lluvia, al día lluvioso que con tantas sonrisas y melancolía recibí.

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